Y nada pude darte.



                             Un viejo reloj de bolsillo, un maletín de cuero curtido con las costuras ya desgastadas y un montón de dudas. Eso es lo que me dejó mi padre al morir. Hacía años que no nos veíamos. Ya saben: las discusiones entre padres e hijos a veces no tienen más solución que la que le ponga la muerte. Y la nuestra fue una de esas discusiones. Pero si me preguntan qué la ocasionó o quién dio el primer grito -o el último, que para el caso tanto da- les tendría que confesar que ni quiero ni puedo recordarlo con claridad. Cuando entré en su apartamento me vino de golpe un mundo entero de recuerdos y sentí que me ahogaba, como el pasajero ebrio que se cae por la borda del crucero de su vida a un mar picado por unas emociones que ya no me obedecían. Abrí la ventana y la luz  que entró y el ruido de unos chiquillos jugando al fútbol que usaban la pared del edificio como portería ayudaron a calmarlo todo, a que se marcharan emociones y fantasmas. Así que allí había pasado sus últimos años. Allí, en aquella silla, que fue lo único que supe reconocer de lo poco que había en el apartamento, lo habían encontrado muerto días atrás. La policía me dijo que estaba con la cabeza apoyada en los brazos encima de la mesa. Les dije que ese gesto era muy suyo cuando se ponía a pensar o estaba cansado. También me dijeron que debajo de la mesa, en una caja de madera desbastada, encontraron un montón de cartas dirigidas a mí con la tinta corrida. como si hubiesen llorado sobre ellas. ¿Llorar mi padre? Me cuesta creerlo. Al menos no el padre que yo recordaba. Los policías quisieron darme las cartas pero las rechacé. Esa era la segunda vez que lo hacía. Tampoco quise cogerlas cuando me las traía el cartero cada mes durante años hasta que un mes, creo que fue en mayo, sí, porque fue por mi cumpleaños, dejó de mandarlas. Nunca supe lo que ponía en ellas. Da igual. Y más ahora, que está muerto y mi herencia es un viejo reloj de bolsillo, un maletín de cuero curtido con las costuras ya desgastadas y un montón de dudas que ya jamás resolveré.

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