El concurso de la tele.

 


                                 Pasaba las tardes viendo concursos de televisión. Su preferido era Pasapalabra, especialmente la parte en la que, tras oír cinco segundo de música, el concursante o su equipo tenía que adivinar el título de la canción o cantar alguna estrofa. Desde mi apartamento escuchábamos sus gritos insultándolos cada vez que alguno de ellos se equivocaba y las patadas que daba a las sillas preso de la rabia. A mi novia de entonces le daba pena. Decía que era un pobre ser solitario y maniático, que seguramente su vida habría sido muy dura y triste y siempre acababa con un ¡pobre viejo! Yo eludía la conversación y cambiaba rápidamente de tema. Era muy diestro en ese arte, lo confieso. Pero, cómo decirle, a ella o a nadie que cada vez que lo escuchaba despotricar contra algún concursante o lanzar de una patada cualquier cosa contra la pared, mi memoria volvía a la época en la que esos mismos inultos me los dedicaba a mi si me equivocaba en el peso de la fruta o el embutido de alguna de las clientas, o que aún me escocían, tantos años después, los bofetones y los cogotazos que me daba si, para mi desgracia, mi equivocación era al devolver el cambio. Mi pobre madre callaba, con la cabeza gacha. Sobre todo cuando, picándoles el ojo a las parroquianas, les decía delante de ellas que seguro que yo no podía ser hijo de él, tan atolondrado y amariconado, todo el rato leyendo libros en vez de jugar al fútbol con los demás chicos de mi edad. Hace años que vivimos en el mismo edificio pero jamás hemos coincidido. Mejor. Seguro que a él tampoco le apetece encontrase con su hijo el rarito y saber que vive en el tercero derecha.

4 comentarios:

  1. Muchísimas gracias, se te echaba mucho de menos. Un magnífico relato

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  2. Ya nos hacias falta por aquí. Excelente como siempre

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  3. Siempre es un verdadero placer que los buenos amigos retomen su actividad. Esta, la mejor de todas🥰

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  4. La sangre no es más que eso, vínculos y ausencia de sentimientos. Curiosamente la novia aludía a los sentimientos de los que el novio huía. Mejor será que la sangre corra solo por las venas. Estupendo relato maestro

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