Dentro de poco hará un año, amor. Nos costó, pero al final nos decidimos. Llevábamos juntos desde la universidad. Cómo no iba a fijarme en esa casi niña, casi mujer, flacucha, de ropa extravagante y que escondía su miedo a lo nuevo detrás de una mirada desafiante. Tenías algo que despertó en mí ternura y deseo al mismo tiempo. Tú empezabas derecho ese año, yo repetía tercero de ingeniería y nos veíamos en esa tierra de nadie que es la cafetería. Acabamos las carreras el mismo año y lo celebramos oficializando nuestro noviazgo. Nos fuimos a Roma. No sé qué le veías a esa ciudad, pero estabas enamorada de ella más incluso que de mí. Yo encontré trabajo antes que tú; es lo que tienen las ingenierías, que son un peñazo, pero que encuentras curro rápido. Tú estuviste de esclava, perdón, perdón, vale, de becaria en un despacho de los buenos, de esos en los que los apellidos de los socios llevan guiones en medio y tienen un anagrama que, solo con mirarlo, ya sabes que te van a crujir con los honorarios. ¿Ves, ya no digo en la factura? Aprendí por fin a decir minuta y honorarios. Si te soy sincero no sé quién de los dos sacó el tema de la boda. Seguramente fui yo. Tú eras más lolailo. Vale, te preocupaban menos los convencionalismos, ¿mejor así? La fecha sí que la decidí yo; 21 de marzo, sábado, justo el día que empezaba la primavera. Siempre tuve claro que el viaje de novios debía hacerse en primavera. 21 de marzo de 2020. Recorro una y otra vez la fecha y tu nombre grabados en la lápida que cubre esta tumba vacía y me pregunto si, tal vez debí haberte hecho caso y debimos casarnos en las vacaciones de Navidad. Es cierto que hubiera hecho frío y yo soy muy friolero, que los viajes son más caros y que las ciudades, en invierno, tienen esa luz que a mí me pone melancólico y malhumorado, pero tal vez así no hubieras tenido que ir en enero a ese puñetero curso de formación de tu empresa en Madrid y quizá, solo quizá, no te hubieras contagiado de la Covid-19 y no hubieras muerto sola en una ciudad que, tanto tú como yo, odiábamos.
Felicitaciones Jesús por esta perla y otras a las que nos tienes acostumbrados.
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